El agua es el solvente universal. Todos los procesos fisicoquímicos característicos de la vida acontecen en dicho compuesto acuoso. Es así que el agua no sólo representa el requerimiento fundamental para el funcionamiento óptimo de cada una de nuestras células, sino también es la condición fisiológica más básica necesaria para contribuir a la homeostasis.
La distribución del agua en los distintos organismos puede diferir, pero en el ser humano existen factores que pueden afectar su distribución como por ejemplo, la edad o el contenido de tejido graso presente. El agua se expresa como porcentaje respecto del peso corporal total, es así por ejemplo, que en un adulto joven de 70 Kg. de peso el 60% del peso corporal es agua, que se distribuye en dos compartimentos membranosos como son el LIC (representa el contenido de agua presente en las células) y el LEC (representa el contenido de agua que se encuentra fuera de las células, esto es en el plasma sanguíneo y el líquido intersticial).
Por otra parte, es necesario considerar que el agua presenta una serie de constituyente o solutos que pueden ser disociables como los electrólitos (Na+, K+. Ca+2, bicarbonato, etc.) y no disociables como la glucosa, aminoácidos, etc. Todo lo cual resulta de particular relevancia para el metabolismo celular. Para ello nuestro organismo cuenta con mecanismos de regulación fisiológica que favorecen el adecuado balance hídrico y electrolítico, destacando el rol funcional del sistema renal y sistema nervioso central.
A raíz de todo lo anterior, se debe recalcar que para mantenerse saludable es necesaria una adecuada ingesta de agua, correspondiente a 2 litros diarios (equivalente a 8 vasos de agua al día). Sin embargo, se debe considerar que dicho volumen de agua está condicionado a ciertos factores como el tipo de actividad de la persona y las condiciones ambientales.
MSc. Jacqueline Ibarra Peso
Nutricionista
Jefe de Carrera Nutrición y Dietética
Facultad de Medicina
Universidad Católica de la Santísima Concepción