Parece no ser cierto que, a solo 20 minutos del centro de la ciudad de Concepción, capital de la región del Biobío y segunda región del país de mayor importancia por población e historia, existan habitantes en sectores rurales que hoy no dispongan de agua de calidad. La crisis hídrica la tenemos frente a nuestros ojos, y a veces pensamos que solamente la zona centro – norte sufre con la escasez de agua, desconociendo que es mucho más cercana la presencia de personas que sufren la pobreza del agua.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible ODS, han definido para las naciones al año 2030, alcanzar el objetivo de agua limpia y saneamiento, donde el ODS 6 establece metas que son exigentes a los líderes, y que van hacia una gestión integrada del vital recurso.
Es aquí donde el compromiso con las comunidades rurales se profundiza para buscar soluciones que tiendan a asegurar la disponibilidad, pero también a proporcionar un recurso que asegure además la salud de las personas a través de su calidad.
Debemos recordar que en nuestro país las personas que habitan en la ruralidad superan los 2 millones, y que de ellos 1.014.549 no tienen acceso a APR (beben agua de pozo, camión aljibe o esteros), y donde cerca de 100 mil habitantes de la ruralidad de nuestra región del Biobío no cuentan con agua potable. Por ello el desafío no es menor; y no deja ajeno a ningún actor del ecosistema nacional y regional, siendo las universidades aquellas instituciones que deben aportar con sus conocimientos y desarrollos al cumplimiento de las metas que establecen los ODS.
Si bien nuestras Universidades regionales han desarrollado, adaptado y transferido tecnologías a las comunidades rurales, este trabajo no ha dejado de ser solo testimonial, por lo reducido de los recursos económicos disponibles, y donde los esfuerzos solo se han traducido en muchas ocasiones en la búsqueda de proporcionar dignidad a estos habitantes, que sienten un abandono de parte de sus autoridades.
Por ello lo que enfrentan y deberán resolver las próximas autoridades no es menor. Recordemos que la ruralidad es la base de la agricultura familiar campesina, (pilar fundamental en la generación de alimentos frescos), la ruralidad es el otro Chile que a veces se desconoce y que sufre con los efectos del cambio climático, la migración campo ciudad y el envejecimiento de su población; por lo tanto, incentivar el desarrollo de soluciones a través de desafíos de innovación social dirigidos a estas realidades de nuestro territorio parecieran ser una buena alternativa para buscar políticas públicas que aborden la cada vez más urgente necesidad de dar seguridad hídrica a los sectores rurales a veces abandonados, y a los cuales no llega el progreso científico ni tecnológico.