Actividad permitió reflexionar sobre problemáticas emergentes de la sociedad y presentar a la nueva unidad académica.
Como una forma de dar a conocer el trabajo investigativo y el desarrollo de sus académicos, constituyendo una instancia para la comunicación de su quehacer y una oportunidad para la formación permanente de la comunidad, la Facultad de Estudios Teológicos y Filosofía de la Universidad llevó a cabo el coloquio “Teología y Filosofía: Reflexiones para problemáticas contemporáneas».
El encuentro dio inicio al año académico de la nueva Facultad y sirvió de marco para su presentación a la comunidad. Es así como contó con la presencia de autoridades universitarias, encabezadas por el Arzobispo de Concepción y Gran Canciller de la UCSC, Fernando Chomali, quien se dirigió al Decano, Patricio Merino, señalándole que la labor de la unidad académica es un servicio a la verdad y a la tarea evangelizadora de la Iglesia.
“El crecimiento de la Universidad tiene que ser orgánico, que se note en su catolicidad de integrar el saber, de iluminar la realidad desde la antropología cristiana. El ser humano es uno, es una unidad que estamos llamados a mirarla desde el punto de vista de la ciencia, de la fe y de la razón. Es aquí, desde este lugar, que la Facultad de Estudios Teológicos y Filosofía está llamada al diálogo, en tiempos donde se cuestiona la misma existencia del ser humano, su significado de las preguntas más profundas que anidan en nuestro corazón, que han anidado y que van a anidar, porque siempre seremos un misterio”, sostuvo Monseñor.
Por su parte, el Rector Schmitz agregó que, de alguna manera, contar con ella viene a cumplir un anhelo que se fue madurando, desarrollando y trabajando durante mucho tiempo. “Estoy convencido de que esta nueva Facultad tiene un gran y próspero futuro”.
En tanto, Patricio Merino explicó que el nombrar al Instituto de Teología como Facultad se trataba de un reconocimiento que implica, inspirándose en la tradición cristiana, un doble aspecto: confirmación de la identidad y acentuación de la misma.
“Esto nos identifica y compromete como comunidad académica a un renovado compromiso vital y misional. Desde la Filosofía y la Teología, con sus disciplinas afines, debemos y podemos aportar en la búsqueda de la verdad y la excelencia, visibilizando y desarrollando el diálogo entre la fe y la razón, y la integración de saberes, procurando con ello aportar al bien común, a la justicia, a la solidaridad, a la fraternidad, al diálogo y a la construcción de la paz social desde la antropología y la ética cristiana”, señaló la autoridad.
Reflexiones
El académico, Arturo Bravo, fue quien dio inicio al coloquio, haciendo referencia al antiguo testamento y los migrantes. Al respecto, sostuvo que existe conciencia en el pueblo de Israel de ser él mismo un migrante, que origen se encuentra en una migración. También se encuentra el hecho de que Israel fue extranjero en otra tierra por un largo periodo de tiempo, tanto en Canaán como en Egipto.
“Estas experiencias, en especial las de opresión, son las que utilizan en el Antiguo Testamento para graficar la relación que debe tener Israel con quienes llegan desde fuera a residir en su territorio. En ellas se habla de no oprimir, de amar al migrante. Dios es el que ama al forastero y es un amor concreto porque lo provee de alimento y vestido”, agregó.
No obstante, según lo explicado por el docente, también hay pasajes que manifiestan una aversión evidente a los extranjeros, pero se trata de textos en una situación de conquista o de vuelta a la tierra, donde hay un alto nivel de conflicto y la necesidad de reafirmar la identidad social de Israel, que es vital.
“Hay que mirar los textos en dos perspectivas. Primero, en contexto y segundo, en su conjunto para tener una visión global y ponderada de los mismos para de ellos, considerando qué es lo que pesa más si la visión particularista o su perspectiva de apertura a los otros”, indicó.
Por su parte, la académica, María Luisa Brantt, abordó la educación en valores. Sobre ello señaló que es necesaria la formación de una personalidad con valores que humanicen la vida individual y que permitan enfrentar mejor la convivencia con los demás.
“Los valores son los caminos o vías a los que se debe sujetar la actuación consciente. El ser humano va pasando por diferentes etapas vitales, donde cada una de ellas tiene intereses distintos y que se corresponden con diferentes valores, pues los seres humanos adquieren la capacidad de escoger los objetivos y los valores que incluyen a la elección de sus cambios personales, ya que cada persona posee interioridad y es un individuo irrepetible, con objetivos distintos para autorrealizarse. Es función de la Ética educar autónomamente entre los valores”, sostuvo.
De igual modo, agregó que se trata de que el ser humano descubra en sí mismo la experiencia moral y que, a partir de ella, pueda ir analizando sus diferentes elementos, así como cobrando conciencia del modo como las personas realizan juicios morales y toman decisiones. “Esto implica que la forma en que una generación incorpora a la nueva requiere de una ciencia de educar en valores que formalice y lleve a la práctica, de la mejor forma posible, el proceso de transmisión de la cultura”.
Asimismo, indicó que hoy debieran potenciarse los valores morales que valen para todos los seres humanos, pues son personales y orientadores. Pero, que la formación en valores no debe ser enseñada de forma neutral, sino a través de un estilo deliberativo “puesto que los valores no se pueden imponer ni tampoco transmitir neutralmente, ya que la función de la enseñanza de la ética es comprometerse en la enseñanza del mensaje”.