El hijo del renombrado pintor ecuatoriano, Oswaldo Guayasamín, y presidente de la fundación a cargo de la obra del artista, visitó a la UCSC en medio de su agenda en Concepción.
El artista entiende que su obra le trasciende, pero Pablo Guayasamín, hijo del pintor ecuatoriano, Oswaldo Guayasamín, ha asumido la tarea de difundir la obra de su padre, con especial atención, como él lo recalca, en los pueblos más humildes.
El presidente de la Fundación Guayasamín visitó la UCSC en el marco de una intensa agenda de encuentros en Concepción, ciudad que visita debido a la exposición “La luz de Guayasamín” con más de 25 pinturas, que se presentan en la galería del Espacio Marina.
Pablo Guayasamín llegó hasta el Centro de Extensión de la Universidad, junto al académico de la Facultad de Ciencias, Dr. Juan Cancino, y el Director Museo Casa Cano de Rere y ex alumno de la Universidad, Hansel Silva, para reunirse con la Secretaria General, Teresa Lobos, y la Directora de Extensión Artística y Cultural, Gloria Varela, entre otras personas que llegaron hasta el lugar.
Impresionado por el recibimiento que tuvo durante sus reuniones en la zona, Pablo Guayasamín recalcó “hay una sensibilidad en todas las personas que he podido conocer en los ocho días de permanencia en Concepción y poblaciones aledañas. En todos lados, pese a ser poblaciones muy humildes tienen un inmenso cariño y preocupación por la cultura, con ansias de conocer los movimientos plásticos, del mensaje de la obra de Guayasamin hacia esas comunidades”.
Convencido –como su padre- de que el camino más directo para salir de un subdesarrollo es a través de la cultura, Pablo asumió hace más de 40 años la dirección de la fundación, haciéndose cargo de todos los montajes de la obra de Guayasamin en el mundo entero, “y uno de los pueblos donde más he notado una recepción de su mensaje es el pueblo chileno. En muchas ocasiones he estado en Europa, pero allá la gente es más fría, no hay tanto contacto entre el artista-pueblo, o ellos ya vivieron esa etapa con otros artistas, en cambio acá, Guayasamin es como un chileno. Igual que Neruda era Ecuatoriano, o más bien Latinoamericano y Universal. El artista deja de ser patrimonio de un país o de una región, para convertirse en patrimonio de la humanidad, de los desposeídos de la tierra”.
Por ello, el encuentro con la Universidad es tan valioso para el Presidente de la fundación: Guayasamín entiende que la Universidad es un centro de difusión cultural, “no solo hay que formar profesionales en una materia determinada, la universidad tiene que cumplir con el traspaso de un conocimiento y del humanismo. Un profesional frío, si preocupación por su medio social, me parece que es un hombre fuera de la realidad”.
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