Como un pastor intelectual, austero y valiente, recuerdan a Monseñor Moreno

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Quienes compartieron con él guardan la imagen de un hombre integral. El fallecido Arzobispo Emérito de Concepción y fundador de la UCSC dejó una huella profunda en la Casa de Estudios.

Quienes compartieron con él guardan la imagen de un hombre integral. El fallecido Arzobispo Emérito de Concepción y fundador de la UCSC dejó una huella profunda en la Casa de Estudios.

“Marcó profundamente los últimos 22 años de mi vida”, aseveró el Rector de la UCSC, Dr. Juan Miguel Cancino, luego de manifestar su pesar por el deceso de Monseñor Antonio Moreno, quien además de fundar la Casa de Estudios estuvo al frente de ella durante 16 años como Gran Canciller. A juicio de Rector Cancino, se trataba de un hombre de inteligencia superior, cuyas homilías “eran una verdadera joya, capaces de aproximarse a todos los feligreses que lo escuchaban”.

Es que el Arzobispo Emérito de Concepción fue capaz de llenar de vida cada uno de sus 86 años. No sólo por tratarse de un pastor excepcional que desarrolló labores en parroquias de poblaciones capitalinas, sino también porque su pensamiento profundo lo llevó a cumplir misiones de responsabilidad en la Conferencia Episcopal y a aspirar al bien común incluso desde la perspectiva de la educación. “Tuvo la osadía de fundar una universidad. Yo diría que eso se debió en gran parte a su conciencia del valor de la educación superior y al significado que esta institución tenía como herramienta evangelizadora”, afirmó el Rector.

Se trataba de un hombre de múltiples dimensiones. A su rol de sacerdote y responsable del gobierno eclesiástico de la Arquidiócesis de Concepción, se sumó un espíritu libre y valiente, graficado en su pasión por el montañismo. Si bien su extrema modestia le impedía referirse a la atractiva personalidad oculta tras un rostro que aparentaba ser serio, Monseñor Moreno disfrutaba profundamente de la aventura que implicaba escalar cerros y montañas. “Tuve oportunidad de compartir en un ambiente de más confianza con él, y tenía una cantidad de historias increíbles que contar”, comentó también Mario Urzúa, Decano de la Facultad de Comunicación, Historia y Ciencias Sociales.

El deportista disfrutaba de la libertad que le ofrecía el montañismo, actividad que a su juicio graficaba también a la fe. “Recuerdo que en una de las últimas cátedras que ofreció planteó justamente que la fe era como subir una montaña”, apunta el Dr. Arturo Bravo, académico del Instituto de Teología.

Para el Dr. Bravo no ha sido una pérdida fácil, ya que Monseñor Antonio Moreno fue su profesor en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica. La figura de Moreno no sólo marcó la historia de un estudiante que se caracterizaba por su larga melena de estilo hippie, sino también la vida del hoy académico de la UCSC. “Me recomendó para mi doctorado en el extranjero, viajó a Santiago a presentar mi tesis doctoral y me permitió el privilegio de ser su colega y su amigo”, cuenta Bravo, quien aún conserva esas antiguas recomendaciones.

Si hay un aspecto de la personalidad de Antonio Moreno que resaltan todos los entrevistados, es su modestia. Y aunque hacía lo posible por ponerse en segundo plano, su erudición no siempre lo permitía. “Era una persona de intelecto superior, no hay otra forma de decirlo”, comenta Mario Urzúa. Para el Rector Cancino, el sello de Monseñor Moreno marcó el estilo y la naturaleza de la UCSC, por la que el sacerdote nunca dejó de orar.

Otra faceta del Arzobispo Emérito que vio escasamente la luz pública fue su gusto por las motocicletas. Motorista asiduo desde joven, coinciden los entrevistados en que recorrió sobre una moto nada menos que Israel. “Eso me lo contó él mismo, junto con que allá fue raptado por unos guerrilleros, que pensaron que era un espía y habían decidido fusilarlo”, relata Arturo Bravo. La Providencia lo salvó de eso y le permitió volver sano y salvo, primero a Roma, y luego a Chile.

Pero Monseñor Moreno pocas veces contaba su propia historia, a  pesar de estar siempre atento a la de los demás. Por lo mismo se internaba a realizar trabajo pastoral en las proximidades de Chiloé, colaboraba con las tareas de los pobladores del sector y al semestre siguiente volvía a ejercer sus funciones en la PUC, como si nada. Su austeridad fue marca registrada.