El legado de Monseñor Antonio Moreno en la Casa de Estudios

Publicado por el

Noticias, VRVM

En una de sus últimas entrevistas, Monseñor Antonio Moreno, se refirió al desafío que implicó fundar hace 22 años la UCSC y el significado de contar con una Universidad Católica para la formación humana y profesional de cientos de jóvenes.

En una de sus últimas entrevistas, Monseñor Antonio Moreno, se refirió al desafío que implicó fundar hace 22 años la UCSC y el significado de contar con una Universidad Católica para la formación humana y profesional de cientos de jóvenes.

Monseñor Antonio Moreno Casamitjana fue quien tuvo en sus manos la decisión, de transformar la Sede Regional Talcahuano de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC) en la Universidad Católica de la Santísima Concepción, plantel arquidiocesano que goza de plena autonomía luego que el Arzobispo asumiera el desafío de continuar con la presencia universitaria católica, en la época en que la PUC cerraba sus sedes regionales.

-Recién asumido como Arzobispo de Concepción, usted inició las acciones para dar vida a la UCSC ¿qué lo motivó dar este paso?

-La Pontificia Universidad Católica de Chile había decidido cerrar las sedes de Talca, Concepción y Temuco, y ofreció a las respectivas diócesis asumirlas para convertirlas en Universidades diocesanas. A los tres obispos nos pareció que la desaparición de un centro de estudios superiores católico sería una pérdida para las Iglesias locales, y asumimos el desafío confiando en la Providencia divina. Aunque la tarea no ha sido fácil, hoy, gracias a Dios y a la colaboración de muchos, la UCSC es una realidad que ya puede mostrar buenos resultados y un futuro promisorio.

-¿Cuál es su visión del rol que tiene la Universidad Católica aquí en la cuidad y la región?

-La UCSC está al servicio de la ciudad y de la Región para aportar lo que es propio de toda universidad: preparación de buenos profesionales, desarrollo de la investigación mirando a las posibilidades y necesidades locales, aportes diversos a la cultura local. En cuanto “católica”, la Universidad tiene la misión de promover el diálogo de la razón y la fe, en la búsqueda de la verdad superior que da sentido a toda la vida.

-¿Qué particularidad debe tener una universidad como ésta?

-Una Universidad Católica no puede ser universidad de cualquier manera. Tiene que ser una Universidad que, antes que Católica, defina bien su proyecto como universidad. Esto es, definirse como institución en la cual no se va únicamente a hacer Ciencias, sino a plantearse las preguntas últimas, las preguntas fundamentales. Solamente una universidad así planteada puede tener una condición de Católica, en que el catolicismo esté integrado en esa búsqueda de las verdades más altas. Si es sólo un conjunto de facultades, donde cada una busca la excelencia de su especialidad, esa no es la idea de universidad que puede convertirse en Católica. Podrá obtener el título de Católica, pero entonces lo católico va a parecer como un pegote, como un estuco de algo en lo cual no se integra lo católico. Creo que muchas veces sucede con las universidades católicas: como universidad están construidas con otros materiales y se les pone un estuco católico. El problema de ese estuco es que fácilmente se descascara, porque lo católico no forma parte de lo material del muro. Por esto, el eje central debe ser lo que se quiere de este diálogo entre las Ciencias y la Fe.

-¿Cómo evalúa lo que la Universidad ha hecho hasta la fecha?

-Positivamente, aunque aún hay mucho por hacer. Tenemos facultades consolidadas. La demanda de matriculas demuestra que la oferta de la UCSC es comprendida y apreciada. La creación del Instituto de estudios de la Familia ha sido un paso importante para el diálogo con la cultura moderna y los problemas que ésta plantea. El Centro de Bioética,  ya tiene un lugar reconocido en la discusión pública de los temas relacionados con el tema tan fundamental de la vida humana.

-¿Qué cosas debe tomar en cuenta la Universidad en el camino futuro?

-Seguir creciendo en calidad propiamente universitaria. Para eso, fijarse un proyecto claro que corresponda a esa doble condición de universidad y de católica, y trabajar en él con ahínco, formando un cuerpo de docentes e investigadores que, junto con el dominio de sus respectivas ciencias, estén dispuestos a ser testigos de esa verdad que, según la palabra de Jesucristo, permite alcanzar la auténtica libertad, ideal que todo ser humano debe perseguir en su vida.