En las Tertulias Literarias de la UCSC fue presentado este especial volumen.

En las Tertulias Literarias de la UCSC fue presentado este especial volumen.
Contrario a lo que pudiera pensarse, el título ‘Felices los Analfabetos’ no constituye una invitación al analfabetismo, sino una trampa para capturar al lector y llevarlo descubrir el verdadero sentido de esta publicación: la alegría que significa vivir de la realidad no culturizada. Culta pero no culturizada.
Así lo indica el profesor Edgardo Neira Morales, Licenciado en Arte con mención en pintura, Magíster en Literaturas Hispánicas y Doctor en Literatura Latinoamericana, quien presentó el nuevo libro del académico del Instituto de Teología, Pbro. Agostino Molteni, en el marco de las “Tertulias Literarias” de la UCSC, el martes 25 de septiembre.
Neira continúa indicando que “la cultura tiene una doble cara: por un lado libera, pero por otro tiene el poder de amarrar el pensamiento, y el libro de Molteni es eso, libera pensamiento”. “Me parece que lo que hace el libro ‘Felices los Analfabetos’ es demoler mediante esa frase las escaras culturales, las costras que se eternizan por costumbre, de tanto usarlas. ‘Felices los Analfabetos’ es una invitación a gozar la primavera que está naciendo”, aseveró.
Luego de la presentación del libro intervino su autor, quien destacó que “la felicidad es vivir de la realidad, una realidad que uno no puede programar ni estudiar. En este librito quise decir que felicidad no hace rima con universidad, o sea, que no se piense que uno porque tiene títulos tiene la felicidad garantizada, el futuro garantizado. La felicidad es un imprevisto, cristianamente se dice que la felicidad es una gracia. Y los analfabetos viven de algo que no investigaron, no escudriñaron, de algo que les fue dado aunque sin merecerlo”.
El Dr. Molteni dedicó este nuevo trabajo literario a su padre. Consultado acerca de la motivación que tuvo, indicó “lo que recuerdo especialmente de mi infancia es la obediencia. Lo que me ha enseñado mi papá es eso. Era la obediencia pero no a una autoridad, sino a la autoridad de la realidad. La obediencia al horario, a hacer bien el trabajo cuando era pequeño y tenía que lavar una lechuga, cuando le ayudaba en sus cosas. La obediencia a la realidad es lo que más aprendí y me gustaría enseñar a todos, porque si uno obedece a la realidad puede hasta obedecer a Cristo, cuando nos dice ‘Sígueme’”.
“Felices los que son ilustrados,
por la belleza creatural,
por la hermosura comunional,
por la gracia inmortal”.
Éste es el verso final del libro, editado por el Centro Cultural Charles Péguy. Puede adquirirse en la Parroquia Universitaria de Concepción (Los Olmos 1255, Barrio Universitario, teléfono 2224254).