Pese a caer ante su similar de la PUC nuestro representativo se mantiene en lo más alto del deporte universitario.
Fue un duelo apasionante que reeditó la clásica rivalidad entre ambas casas de estudios. La denominada final soñada estuvo marcada por el recuerdo de las dos últimas definiciones que hicieron a los de San Andrés tocar el cielo del vóleibol nacional.
Desde el comienzo se notó el trajín de los pupilos de Julio Orellana, quienes en un impecable torneo ganaron su grupo, de manera invicta, sin ceder ningún set. El joven equipo de la PUC poco a poco tomó posesión del partido gracias a los errores no forzados de nuestro representativo.
“Creo que entramos un poco confiados, vimos a los chicos de la UC en sus duelos anteriores y teníamos la certeza que los podíamos doblegar. Esta derrota es un incentivo para seguir esforzándonos en mejorar nuestro trabajo”, indicó el estratego Julio Orellana.
El marcador finalizó con un 3-1(24-26, 24-26, 25-10 y 20-25) y la recuperación de la copa por parte de los cruzados tras dos años de hegemonía UCSC.
Caras tristes y desánimo reinó en los seleccionados, una dura prueba para nuestros muchachos, quienes nos han regalado tanta alegría y que seguramente volverán a llevar a lo más alto el nombre de la Universidad Católica de la Santísima Concepción.